Nos ha parecido un tema que puede ser adecuado en respuesta a los últimos sucesos relacionados con el fuego e incendios que han tenido lugar en nuestro país en los últimos días. Lo dicho en este artículo puede ser aplicado a  cualquier otra situación con tintes traumáticos, es decir, acontecimientos que por su carga de dureza y consecuencias en la vida de las personas, merezcan el calificativo de atroces y con implicación en la integridad física y/o psicológica de quien los padezca.

Probablemente este sea uno de los problemas más frecuentes con los que se encuentran padres de niños o adolescentes. Problemas cuando hablamos del uso, no en sí del juego que, como cualquier otro, genera placer para quien lo practica y todos sabemos que a edades tempranas se necesita lo lúdico. El matiz está en el uso, o mejor dicho, en el abuso. Cuando no hay control podemos encontrarnos con dependencia o principios de adicción de nuestro hijo en relación a "la pantalla".

Ya sabemos que suele ser de las más complicadas del año, debido al factor adaptación. Pensemos por un momento lo que nos cuesta a nosotros incorporarnos al trabajo después de dos o tres semanas "echados a la bartola", sin responsabilidades laborales de ningún tipo, y focalizando nuestra atención en actividades gratificantes, o simplemente en no hacer nada ¿Verdad que nos cuesta ponernos "en modo trabajo"? Pues al niño le cuesta el doble, ya que manejan peor este tipo de cambios en su vidas, salvo que hayan tenido un verano demasiado tedioso.

Técnica de desactivación psicológica que consiste en reducir al máximo los niveles de ansiedad del organismo, en este caso de las personas. Es la técnica integral para sentirnos bien y como ya dijimos en el artículo anterior, es el complemento perfecto de la respiración abdominal, lenta y profunda. Dijimos en su momento que esta era la antesala de la verdadera relajación, siendo las dos igual de importantes: a través de respirar profundo y abstraídos de la realidad, preparamos el camino para poder relajarnos.