¿Sabemos Relajarnos?
Estoy convencido de que mucha gente NO. Estamos en un momento histórico donde cada vez cobra mayor importancia lo que tiene que ver con lo mental y psicológico. Dentro de esta tendencia, los adeptos a priorizar sobre "el sentirse bien", también van sumando en número. La psicología de las emociones está cada vez más presente en nuestras vidas, en la cotidianeidad. Llegados a un punto y a una edad valoramos más los ratos de tranquilidad y bienestar que lo material. Pero todavía estamos en proceso y tenemos mucho que mejorar y evolucionar en este menester.
Relajación es una palabra fácil de decir y muy difícil de lograr; En este artículo nos centraremos en la antesala, o sea, en saber respirar lento y profundo, o lo que es lo mismo, la respiración abdominal (con la barriga): es una especie de preparación para la relajación definitiva, en la cual nos centraremos en la siguiente entrega. La respiración a la que nos referimos, debe ejecutarse en un ambiente plácido, sin alborotos y consta de inspiraciones y expiraciones muy lentas, donde llenamos abdomen y pecho de aire y luego lo soltamos de forma cadenciosa y armoniosa, imaginándonos que se trata de un globo a la hora de desinflarse. Esto no representa una solución perfecta, pero es un paso necesario para luego lograr desconectar de todo. La práctica es muy importante, hasta que logremos dominar esta técnica convertida en filosofía de vida.
Mientras realizamos estos ejercicios, nuestra mente ha de estar desprovista de pensamientos negativos y de preocupaciones, e imaginarnos una escena reconfortante y gratificante, la que nosotros elijamos. Centraremos nuestra atención exclusivamente en la sensación de nuestras respiraciones y en dicha imagen agradable. Podemos practicarla de forma natural hasta en la calle, donde consideremos conveniente. Insisto en el próximo artículo, proseguiremos con la segunda parte, es decir, la relajación muscular.