MIEDO AL FRACASO
Ya la palabra miedo, siendo una emoción normal en el ser humano, debemos relegarla a la mínima expresión. Sabemos que hay un miedo adaptativo y aprendido que nos sirve para la supervivencia, en sentido general. Si algún peligro nos acecha, reaccionamos en base a lo que sabemos del mismo, con el objetivo de que no tenga consecuencias negativas para nuestra integridad. El tema es la cantidad de miedo que sentimos por cuestiones no trascendentales y de carácter cotidiano, tales como: suspender un examen, que nos rechace una chica, la posibilidad de que pierda nuestro equipo, no ser aceptado por cierto grupo, etc. Es decir, situaciones normales de la vida que no entrañan un peligro real ni unas consecuencias inabordables en nuestra vida. Para todas estas situaciones, tranquilidad y sosiego.
Esto justamente, es lo que pasa con el miedo a alcanzar las metas deseadas o a recibir la aprobación y el reconocimiento de los demás, y con ello, librarnos de la crítica patológica, que muchas veces inunda nuestra cabeza, en fin, EL MIEDO A FRACASAR Y POR ELLO, SER CENSURADO. ¿QUÉ PODEMOS HACER AL RESPECTO?
1.- Entender que el fallo es inherente al ser humano.
2.- El fallo es una forma de aprendizaje muy extendida; sin fallos no hay aprendizaje.
3.- Aprender a desdramatizar cuando algo nos nos sale. Ya vendrán otras muchas oportunidades.
4.- Es como si consintiéramos convivir con el error, sabiendo que cuanto más fallemos, más nos alejaremos de conseguir nuestros objetivos.
5.- Dar más importancia a nuestra motivación interna (hacemos las cosas porque nos gusta) que a la externa (la orientada a conseguir un premio).
6.- Insistir en nuestro esfuerzo y no tanto en el resultado.
7.- Relativizar el concepto FRACASO. Como tal no existe, si nosotros no lo permitimos. Hablamos de revés, contrariedad pero no de FRACASO EN SENTIDO GENERAL.