AFRONTAMIENTO DEL CONFINAMIENTO
Vivimos tiempos convulsos, en los que lo inimaginable está ocurriendo a modo de pandemia. Quién podía pensar que un virus traería en jaque a la humanidad y a cada individuo en particular. Sin tiempo para asimilar esto, nuestras vida ha dado un giro de 360 grados. Estamos confinados por orden gubernamental para parar la epidemia, no hay otra manera. Esto supone, que provisionalmente, tengamos que adaptarnos a vivir sin ver la calle, y lo que es peor, sin poder relacionarnos con la familia y amigos.
Sentirnos mal en este contexto es totalmente normal. Nuestro cerebro reacciona a este peligro, sobreactivándose para protegernos y produciendo emociones de alerta: ansiedad, angustia, tristeza, ira y alteración del sueño. No luchemos contra esta emocionalidad negativa, porque nos hará mal. Es parte del juego y tenemos que intentar normalizarla: aprendo, de momento, a convivir con el malestar, sin resistirme para no tensionar más la situación.
En la medida que el proceso vaya mejorando, la intensidad de los malestares irá reduciéndose. Nos encontramos ahora en esta fase de control en la propagación del virus. Aparte de lo ya consabido, acerca de mantenernos activos, distraídos, cumplir un horario y estructurar el día, sería bueno retocar nuestros pensamientos, de cara a llevarlo mejor.
RECOMENDACIONES COGNITIVAS:
1.- Dar un toque de normalidad a nuestro malestar pasajero; no resistirse a él.
2.- Estructurar el día, de tal forma que no estemos pendientes todo el rato.
3- Evitar la sobreinformación; la dosificamos y acotamos.
4.- Nos mantenemos contactados con los nuestros.
5.- Establecer normas de convivencia para evitar fricciones.
6.- Limitar nuestra preocupación con respecto al futuro; no nos ayuda.
7.- Evitar el pensamiento catastrofista acerca del mañana.
8.- Exposición gradual y progresiva a las relaciones sociales sin miedo.
9.- Si quedaran secuelas, acude a un profesional.