Y más en los tiempos que corren, donde lo normal es estar permanentemente anclados en ella, debido a la incidencia de la pandemia que asola al planeta.

En general, vida es sinónimo de riesgo en pequeñas dosis e incertidumbre acerca del futuro y de lo que puede pasar con nuestra vida. Es inevitable resistirnos a ella cuando necesitamos tener cierto control y necesidad de seguridad. El objetivo, por tanto, ha de ser APRENDER A CONVIVIR CON LA DUDA E INCERTIDUMBRE inherente a nuestra naturaleza humana. No es tarea fácil, pero con un poco de dedicación mental se puede conseguir.

Quizás llegue un poco tarde este artículo, toda vez que en España estamos en una fase de "de nueva normalidad" y, por lo tanto, hemos superado el tan temido confinamiento. Aún así, considero conveniente dedicar unas palabras a un tema controvertido como es el de las relaciones sentimentales y de pareja en un marco hasta ahora desconocido para la mayoría, es decir, pasar las 24 horas con nuestra pareja o cónyuge.

Estamos ante un nuevo decorado vital y ambiental, ante el que tenemos que acostumbrarnos. La pregunta del millón es irremediable: "Qué será de nosotros?";  "¿Qué será de nuestra vida tal cual siempre la hemos concebido?"; "¿Hasta cuándo tendremos que estar presos a las restricciones planteadas por Sanidad?". Sinceramente, no tengo ni idea, ni creo que haya nadie que tenga respuesta ante estos interrogantes. Se habla de la famosa vacuna. Ojalá se convierta en realidad pronto y sea la solución perfecta para detener este mal mundial.

El momento actual de la pandemia es algo desconcertante debido a los rebrotes que están surgiendo en algunos puntos del territorio nacional, después de haber pasado el peor de los tragos. Siendo así, la respuesta psicológica de los españoles muestra este matiz diferencial, atendiendo al lugar donde se resida. También habría que destacar lo que ocurre en grandes capitales, donde ahora está la situación controlada, pero con peligro potencial de contagio debido a la densidad poblacional y a la propensión a congregaciones, sobre todo a cargo de la juventud.

Dicho esto, convendría más que nunca mantener la serenidad, a sabiendas que respetando de forma individual las medidas de seguridad, no tiene por que pasar nada. Nos referimos a nuestro archipiélago.