Esta palabreja o tecnicismo inglés está tomando cada vez más fuerza en nuestra sociedad, es decir, en occidente. Yo la llamaría "relajación de última generación" y está siendo aplicada en multitud de ámbitos de nuestra realidad: empresa, deporte, individuo, etc. Como es natural tiene su origen en la cultura milenaria asiática, y más concretamente en la meditación budista.

Como ha sido costumbre en los últimos artículos, los estamos abordando desde la óptica infantil. Esto no significa que vaya a ser siempre así. De hecho, a partir de este, haremos un giro hacia la adultez.

Vacaciones y niño tienen una relación bendita, y siempre ha sido así. Por su naturaleza inquieta y orientada a la diversión, el verano es la época más relajada y atractiva para los pequeños (y también para los mayores).

En general, frustración es una emoción de carácter negativo que está muy asociada a la naturaleza humana. Esto no significa que las personas estemos todo el rato frustradas y que, ante ello, no podamos hacer nada. Esto es falso. La frustración suele aparecer al no alcanzar algún objetivo planteado o al ser manipulado sin remedio o a un simple NO.

Este ha sido y será uno de los grandes caballos de batalla de los padres en el día a día con sus hijos. Un tema a debatir es la necesidad de mandar tarea para casa y en qué cantidad. En la actualidad es un tema controvertido, ya que no todos los sistemas educativos europeos están muy de acuerdo con esta práctica académica. En España ya se están escuchando las primeras voces disonantes. Dicho esto, conviene centrarnos en cómo podemos ayudar a nuestros hijos a ocuparse del tema. Hay para todos los gustos, desde los que inician la tarea por voluntad propia, hasta los que necesitan ayuda extra para poder cumplir. Los padres "deben estar al quite" en todo momento, con independencia del tipo de niño que tengamos en casa. Por ello, vamos a señalar una serie de recomendaciones que nos parecen adecuadas para facilitarle el trabajo al menor, sobre todo a aquel que más le cuesta: