Ya la palabra miedo, siendo una emoción normal en el ser humano, debemos relegarla a la mínima expresión. Sabemos que hay un miedo adaptativo y aprendido que nos sirve para la supervivencia, en sentido general. Si algún peligro nos acecha, reaccionamos en base a lo que sabemos del mismo, con el objetivo de que no tenga consecuencias negativas para nuestra integridad. El tema es la cantidad de miedo que sentimos por cuestiones no trascendentales y de carácter cotidiano, tales como: suspender un examen, que nos rechace una chica, la posibilidad de que pierda nuestro equipo, no ser aceptado por cierto grupo, etc. Es decir, situaciones normales de la vida que no entrañan un peligro real ni unas consecuencias inabordables en nuestra vida. Para todas estas situaciones, tranquilidad y sosiego.
¿CÓMO DEBEMOS CORREGIR A NUESTROS HIJOS? Cuando estos son pequeños, y no tan pequeños, es importante conocer la naturaleza infantil y ser consciente de la propensión que tienen a cometer fallos o a comportarse de manera tal que no estemos de acuerdo con ellos. Pero también debemos entender que son seres inmaduros y con poco bagaje de aprendizaje y que, por tanto, dentro de su camino de aprendizaje, se equivocarán muchas veces y nunca van a hacernos enojar aposta. No digo cuando entren en la adolescencia, donde si aparece la capacidad intencional y pueden rebelarse contra nosotros, pero en la etapa referida son víctimas de sus limitaciones. Esto es importante saberlo para ser compasivo con sus errores y majaderías, y por tanto, reaccionar con temple e indicarles el camino a seguir.
Como cada año por estas fechas toca cambiar el chip y reorientarse hacia el comienzo del curso escolar, y lo que ello representa. Afecta a los padres y a los niños, no digo por igual, ya que los segundos tienen menos recursos para aceptar el cambio que se genera en su vida. No conozco a nadie que le parezca divertido volver al trabajo después de unas cuantas semanas tirado a la bartola. Pues pongámonos por un instante en la cabeza de un niño, al que le toca pasar del juego y la relajación al cumplimiento de una serie de horarios y actividades más o menos estrictas. Esto requiere una fase de adaptación o transición, que si no se lleva a cabo puede provocar mayor dificultad si cabe. Cabe también el supuesto de que el verano se haya hecho demasiado largo y tedioso y el niño encuentre más beneficios que otra cosa. De hecho el día del encuentro con el ambiente escolar suele caracterizarse por emociones contradictorias.
Importancia más que contrastada en lo que se refiere al bienestar psicológico, o a paliar los efectos de un posible malestar. En sentido positivo, y sin necesidad de padecer algún trastorno o problema psicológico, el tener el día cubierto con trabajo y actividad lúdica es ideal para mantener nuestro nivel de calidad de vida, o incluso mejorarlo. Esto está más que demostrado, y si podemos incluir ocupaciones que nos diviertan y apasionen, mejores efectos. No hablo de una simple distracción, hablo de involucrarnos en grupos sociales, aficiones que nos demanden atención, deportes, etc. Actualmente existe una corriente que defiende la postura de potenciar nuestras virtudes, de cara a ayudarnos a ser lo más felices posibles.
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