Ya en uno de nuestros artículos anteriores hicimos referencia a este concepto tan importante, de cara a la consecución de logros a través del bienestar personal. Es evidente que solo con motivación no triunfaremos en aquello que nos propongamos, pero si es un valor añadido que nos ayudará en el camino.
DEFINICIÓN: Representa la disposición emocional dirigida a conseguir objetivos prefijados; MOTIVACIÓN INTRÍNSECA va referida a que dicha predisposición es la resultante de nuestra preferencia e ilusión con la que hacemos las cosas, y no solo por las consecuencias materiales que se adivinan. De esta manera, estaremos disfrutando del camino y no solo del resultado.
En su máxima amplitud y extensión, tanto lo bueno como lo malo, y hacerlo con una mirada compasiva hacia como ocurren las cosas. Las experiencias positivas y gratificantes se dan, solo si también hay una alternancia de malos ratos. Esa es al vida y así se presenta la realidad. Los que tenemos ya unos añitos recordamos una famosa actriz de Hollywood de los años 70, Doris Day, que solo interpreto papeles plenos de felicidad y risas, rechazando guiones algo más dramáticos. Su carrera fue efímera, y los críticos opinan que esto se debió a que no era una actriz representativa de la vida que nos tocó vivir.
Con tan poco, no se imaginan las ganancias emocionales que se obtienen. En el último artículo publicado, hablámos de cómo dar la vuelta a ciertas emociones negativas que nos acompañan en nuestra vivencia diaria, y convertirlas en positivas. Hay muchas maneras de conseguirlo, desde la discusión de determinados pensamientos o creencias ilógicas o irracionales, hasta el uso de la relajación en su más amplio sentido de la palabra, pasando por la práctica deportiva o sencillamente, la práctica de cierto ejercicio moderado. Aquí es donde entra la caminata o el paseo, dependiendo de la distancia y la duración de la misma.
El lema bien podría ser "cambiemos nuestra realidad mental y emocional, adoptando otra mirada hacia nuestras emociones", en este caso, negativas. Es una tarea que no requiere tanto esfuerzo como podría parecer. Una vez más, tenemos que echar mano de la autocompasión y por tanto, aprender a relacionarnos mejor con nuestro dolor e imperfecciones.
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