Evidentemente nos referimos al mundo infantil. De mayor, resulta tremendamente difícil el poder cambiar los designios de nuestra conducta. En el ámbito del niño es básico disponer de herramientas de cambio, que nos permitan ir modulando aquellas conductas de nuestro hijo que nos parezcan excesivas, inadecuadas, o sencillamente problemáticas.

Primero de todo, hay que conocer nuestra relación con la impulsividad. Pasa igual que con las adicciones, son tentadoras y, por tanto, hay que saber manejarlas correctamente hasta vencerlas. Con los impulsos (agresivos) pasa algo parecido, van a estar presentes en nosotros de forma latente y tenemos que luchar por no dejarlos salir a la superficie. Hay que decir que para muchas personas no es tarea fácil, ya que el sentirse mal por cualquier contrariedad, injusticia o manipulación de los otros es un hecho cotidiano. Si nuestra forma de ser, nos indica que la mejor respuesta es la defensa a través de un acto sin reflexión y desproporcionado, revertir dicha conducta va a costarnos mucho.

Esto que se resume en dos o tres palabras debemos considerarlo de obligado cumplimiento, aunque sabemos que muchas veces lo fácil se convierte en lo más difícil. La vida está plagada de cosas buenas, pero también de algunas malas. Siendo más numerosas las primeras, las segundas suelen tomar el mando de las operaciones, y nos hacen sentir mal, cuando debería ser al contrario. Tenemos que resetear nuestra cabeza, para prestarle más atención a todo lo positivo que está a nuestro alrededor, buscar el más mínimo resquicio de felicidad y convertirlo en una auténtica fiesta personal.

Hablamos de una habilidad o capacidad de índole social que nos permite ponernos en la piel de los demás, para lo cual tendremos previamente que enfriar nuestros propios sentimientos. Como tantas otras habilidades, necesita entrenamiento (si no forma parte de nuestro repertorio). Evidentemente hay personas que lo son de forma natural ya que su aprendizaje social ha sido adecuado, y no requieren de mucho esfuerzo para entender los puntos de vista y la forma de sentir de las personas con las que se relacionan.